EL SÍ ETERNO

Como toda gran historia de amor, la de Valentina Insaurralde López y Fabrizio Zuccolillo Mateo tuvo su capítulo más feliz con una hermosa boda. Luego de cinco años de noviazgo, intercambiaron alianzas y se juraron amor eterno en la agradable noche del 13 de mayo último, en la Catedral Metropolitana. Un aura de emoción y expectativa llenaba el aire mientras los invitados se acomodaban en sus asientos, esperando el momento en que la novia hiciera su entrada triunfal. Luego de prepararse en La Misión Hotel Boutique, Valentina llegó a la hora pactada y del brazo de su padre, Valentín Insaurralde, se encaminó hasta el altar. En ese momento develó su look nupcial: un auténtico vestido de dos piezas, con mangas largas y una sobrepollera desmontable de seis metros de ancho, hecho a medida por Tamara Maluff, de La Paix, que complementó a la perfección con un tocado de Morel Atelier.

La música suave y melódica del coro creó una atmósfera especial, casi poética, y finalmente los novios se reencontraron en el altar con un esperado abrazo. El sacerdote, con voz solemne, unió a la pareja en sagrado matrimonio. La ceremonia fue un momento de profunda conexión; el sí eterno lo sellaron con un beso de amor y se colocaron sus respectivas alianzas.

Al salir de la iglesia, los novios recibieron los buenos augurios con una lluvia de arroz y fuertes aplausos. Dijeron “hasta luego” a sus familiares y seres queridos solo para reencontrarse con ellos unas horas después, en la elegante recepción ofrecida en el Asunción Golf Club, que contó con la coordinación de Ceci Achar. La fiesta transcurrió de la manera más divertida con la selección musical de DJ Hallam hasta las primeras horas del nuevo día.

DETALLES

Óscar Guccione creó un bosque encantado para los novios, una ambientación con mucho verde y pocas flores. Por su parte, Patricia Bertón se encargó del menú de la noche y los tragos fueron preparados por Mix It. Desde el Alma Fotografía capturó los momentos más sublimes de la boda.