«EL SABOR ME TRAE LINDOS RECUERDOS DE MI MAMÁ»

Siempre curiosa de todo lo que pasaba en la cocina, desde muy pequeña a María Emilia Masi Barrail le fascinaba experimentar con los sabores, las mezclas y colores que hallaba allí. Convertida en técnica en Gastronomía y mamá de dos, nos da la bienvenida a su hogar para prepararnos junto a Facu y Mila algo más que un delicioso postre, una dulce memoria: el pie de limón de su mamá, Mirtha Barrail Ballasch, que deleita tanto a los suyos en casa como a los clientes de su local gastronómico, La Gourmande.

Fotos: Beto Sanabria Britos. Dirección de producción: Bethania Achón.

El amor por la cocina es algo que le produce una felicidad inmensa. Por eso, su título de técnica en Gastronomía fue algo que le resultó bastante natural a María Emilia Masi Barrail. Con 35 años de edad, su arte culinario la impulsó a una exitosa carrera: cuenta actualmente con 14 años de experiencia en el rubro gastronómico como propietaria de La Gourmande. María E, como la llaman de cariño los suyos, tiene otra faceta con la cual se siente plena y de la que disfruta al máximo: ser mamá de Facu, de 4 años y 8 meses, y de la pequeña Mila, de 1 año y 3 meses.

 La maternidad endulza sus días. María E se describe como una madre cariñosa, compinche e incondicional para sus dos hijos, con quienes goza cada minuto, a pesar de sus ajetreadas jornadas que nunca son iguales. “Cada día es diferente, comenzamos desayunando con mi esposo, Toto, y los niños. Facu toma clases virtuales, así que lo preparo para el cole. Después voy a la tienda a trabajar a full, pero en las tardes sí o sí vuelvo para merendar con ellos, pasar el tiempo y jugar juntos. Además, hago alguna que otra tarea con Facu. A la hora de dormir, les pregunto cómo les fue en su día; a veces me piden que les lea un cuento y siempre terminamos con una oración”, comenta la madre y empresaria.

 Descubrir cada cosa a través de los ojos de sus pequeños es lo que más le gusta de esta experiencia. María E, Facu y Mila son superamigos y tienen bastantes actividades que comparten juntos. Con él le gusta jugar a las adivinanzas y siempre están ansiosos porque llegue el sagrado viernes de cine, con pororó y la película que él elija. Mila, aunque muy pequeña, ya es toda una personaje, según nos cuenta nuestra entrevistada entre risas: “Ella se presta para marcar presencia en cualquier actividad que hagamos, incluso hasta se suma a las clases de su hermano. Al regresar a casa, siempre me recibe con una sonrisa”.

 Facu y Mila son sus compañeritos con los que la diversión está asegurada, ya sea para ir de paseo al parque, por el barrio o para adentrarse en la cocina a hacer algunas deliciosas travesuras. Una de esas ocasiones se vio en evidencia durante nuestra alegre visita de producción, cuando María E nos invitó a su hogar para prepararnos –en compañía de sus hijos– un delicioso legado de su madre, Mirtha Barrail Ballasch, a quien recuerda con mucho cariño. Se trata de un pie de limón, infaltable en las reuniones y celebraciones familiares, que conquista a todos con su exquisito sabor.

 De dónde su madre sacó originalmente esta receta es algo desconocido para ella, pero lo certero es el gran significado que tiene y el clásico que se convirtió en la mesa los fines de semana, pues este postre forma parte de su familia desde que tiene memoria. La creación la encontró por primera vez en la cocina de su mamá: “Desde chiquitita me gustó rondar por ahí y estar curioseando siempre que podía”.

 A medida que María E fue creciendo, pasó de expectante a ayudante para realizar la receta. Pronto ella fue probando bajo la guía de su madre, una y otra vez, hasta que se le quedó grabada en la mente. “Recuerdo que mi mamá era mandona, como yo ahora; entonces me indicaba fácilmente las tareas paso a paso. Confiaba y tenía la paciencia para dejarme aprender o estirarme la oreja si hacía falta”, rememora. Y cumplida la edad de 12 años, María E ya podía cocinar el pie de limón sin ninguna ayuda.

«ESTE PIE DE LIMÓN ES EL PREFERIDO Y MÁS SOLICITADO DE MI FAMILIA Y AHORA TAMBIÉN DE MIS CLIENTES»

Cuando le preguntamos qué significa esta receta para ella, nos contesta desde el corazón: “Es parte de mi infancia por un lado, pero también es una de mis primeras interacciones en la cocina. Porque fue lo que despertó mi curiosidad, mis ganas de experimentar ideas y recetas”. María E tiene muy lindas memorias de cuando preparaba este postre con su mamá. Ahora, convertida en madre, desea formar también este íntimo vínculo con Facu y Mila a través de su preparación.

 Ella nos asegura que esta es una versión muy sabrosa del convencional pie de limón. ¿Qué se necesita para dar vida a esta receta? Nada que no encuentres en tus compras del súper: para la base se precisa un paquete de galletitas Lincoln con una cucharada de manteca, y para el relleno, una lata de leche condensada de tu preferencia, una de crema de leche y, por supuesto, medio vaso de jugo de limón.

 El proceso de preparación es bastante simple, nos confiesa María E. Primero se procesan las galletitas y luego hay que ponerle a este triturado una cucharada de manteca a temperatura ambiente. La mezcla debe ser colocada en una fuente tipo Pyrex y hornearse durante unos 10 minutos. Finalmente, la base debe ser retirada de calor y dejarla enfriar. Luego, en un bol se integran la leche condensada y el jugo de limón. Una vez que la preparación esté bien compenetrada, se agrega la crema de leche. Este relleno debe volcarse a la base previamente lista y puede ser decorado con rodajitas de limón. ¡Et voilà! Un postre para deleitar a todos.

 Delicioso, crocante y suave a la vez. Así describe María E. a este trozo de su infancia, que está disponible en la góndola de su tienda La Gourmande en honor a su madre, aunque con algunos ingredientes extra para su conservación. “Este pie de limón es el preferido y más solicitado de mi familia y ahora también de mis clientes; pero lo que lo hace diferente al resto es que el sabor me trae lindos recuerdos de mi mamá”, dice y finaliza: “Además de esta receta, ella me legó el ejemplo de ser una madre dedicada sin dejar de lado lo que a uno le gusta hacer. Todavía recuerdo cuando nos acompañaba a todas nuestras actividades, nos hacía nuestras ropas y decoraba cada rincón de nuestros cumples con tanto amor”.