EL DÍA DE CECI Y KOKI

Con ellos compartimos un momento muy especial de sus vidas. Y es que disfrutamos cubriendo su boda el pasado 14 de setiembre durante un magnífico atardecer en la ciudad de San Bernardino. En esta ocasión, quisimos contarte más de la historia que comparten Cecilia Fretes Barboza y Jorge Koki Del Puerto Bellassai, pero de una manera diferente. Invitamos a la feliz novia a que nos hable sobre su experiencia, que mostramos con fotografías de su sesión post wedding. Desde su perspectiva, en estas páginas nos cuenta todo acerca de uno de sus días más memorables.

Fotos: Javier Vera Fotografía

Cuando inició toda esta aventura, la de casarnos, yo cada mes soñaba aún más con lo que se estaba construyendo. Las madrugadas fueron testigos de mis ideas, cuando solía quedarme despierta mirando Pinterest e Instagram, mis herramientas favoritas para soñar. De allí surgieron varios conceptos para el gran día, al ver bodas en medio de la naturaleza, con muchísimo verde, donde los novios estaban supersueltos y divertidos, haciendo algo diferente a las fotos posadas. Lo primero que me vino a la cabeza fue: “Tenemos que hacer un post wedding en El Chorro, una propiedad que tiene mi familia en Piribebuy, llamado Salto Siete Caídas.

Partiendo de ahí, mi deseo estaba claro, pero tenía que encontrar la manera de convencer a Koki, mi esposo, de que aceptara una sesión de fotos que duraría horas, sabiendo que a lo mucho accedía a una de 30 minutos. Entonces, como toda buena estratega, le propuse un trato: no sería insistente con las postales en nuestro casamiento y prometí cumplir con los tiempos. Ese día solo haríamos 45 minutos de fotos, con la condición de
que se animara a realizar la sesión post wedding.

La idea estaba centrada en pasar un día superentretenido, compartiendo con mi familia y la suya; hacernos las fotos, esta vez relajados, descalzos en medio de la naturaleza, metiéndonos en el chorro de agua, así como aprovechar antes alguna que otra foto en Burme’i ‒nuestro primer bebé y emprendimiento en conjunto‒ con unas buenas hamburguesas. Lo convencí. A Koki le regustó esta propuesta y cerramos el trato.

Llegó nuestro gran día el pasado 14 de setiembre, y la verdad es que estaba en mi subconsciente el hecho de que después tendríamos la oportunidad de sacarnos muchas más instantáneas. Creo que eso hizo que disfrutáramos el doble de nuestra fiesta. Cada momento de la boda fue increíble y la sensación de felicidad, indescriptible, acompañados siempre del equipo de la wedding planner Vale Pangrazio, para The Vow, y el genio de Javi, para Javier Vera Fotografía.

Nuestro Post Wedding

Por ciertas razones no hicimos la sesión en la fecha planeada, pero aprovechando mi cumpleaños a fines de noviembre, recordé el trato. Al igual que en la boda, en esta ocasión nos acompañó el fotógrafo Javier Vera, con quien ya sabíamos que se iba a dar de manera cómoda y memorable, como la experiencia anterior.

MI MAMÁ ME AYUDO A PONERME EL VESTIDO. EN ESE INSTANTE ÍNTIMO, CUANDO ME LO VOLVIÓ A PRENDER, SUSPIRÉ Y LA ABRACÉ, AGRADECIÉNDOLE TODO

Finalmente, el día del post wedding fue superlindo y yo estaba bastante relajada. Comenzamos la jornada en El Hallo, un emprendimiento de mi mamá, quien fue la que me ayudó de vuelta a ponerme el vestido. En ese instante íntimo, cuando me lo volvió a prender, suspiré y la abracé, agradeciéndole todo, y volví a vivir experiencias del casamiento, con sensaciones fuertes pero ya sin ningún tipo de presión.

Estábamos listos, yo con mi vestido blanco, y Koki con su camisa y saco, combinados con un short y championes; no quería estar incómodo, de eso se trataba. Ese día también me acompañó mi suegra, quien al bajar las
escaleras, en broma me entregó a su hijo. ¡Nos reímos muchísimo! También nos tomamos fotos en el hostal y en nuestro negocio, para luego partir rumbo a Piribebuy, donde ya se encontraban mi papá y hermanos.

Cuando llegamos, nos sentamos a compartir el almuerzo ‒–que consistió en ricos sándwiches de milanesa– hablamos de la vida y me cantaron por última vez el Feliz cumpleaños, para después comenzar el show.

Mi papá estaba más emocionado que nosotros; se encargó de llevarnos a distintos lugares para quitarnos fotos mientras nos contaba sus chistes. Fue genial. Algo que me sorprendió en ese entonces fue cómo nos transportamos al día de nuestra boda, cuando entre abrazos y miradas volvimos a experimentar esa sensación única, la de estar inmensamente felices por el momento vivido y la decisión tomada.

NOS TRANSPORTAMOS AL DÍA DE NUESTRA BODA, CUANDO ENTRE ABRAZOS Y MIRADAS VOLVIMOS A EXPERIMENTAR ESA SENSACIÓN ÚNICA, LA DE ESTAR INMENSAMENTE FELICES POR EL MOMENTO VIVIDO Y LA DECISIÓN TOMADA.

Continuando con esta aventura de fotografías, llegamos al punto más bajo del sitio y se nos ocurrió meternos al agua discutiendo el famoso: “Entrá vos primero” –entre risas– y fue un espectáculo, no se imaginan lo helada que
estaba. Esta salida estuvo cargada de momentos felices y divertidos, como cuando mi papá apareció en una de las tomas con un palo diciéndole a Koki: “Me robaste a mi hija”. Nos reímos tanto y la pasamos demasiado bien.

Al terminar con las fotos, que duraron alrededor de tres horas, seguimos con postales familiares, con mi familia y la de mi esposo; hicimos nuestro tradicional video cantando alguna música navideña –para ese entonces la Navidad estaba cerca– incluyendo a todos. Definitivamente fue un momento extraordinario. Finalizamos con una merienda y las infaltables charlas de nunca acabar.

Ese día sin dudas se va a quedar por siempre en mis recuerdos. Será guardado como esas anécdotas que más tarde recordaremos en la mesa familiar con risas de por medio, como un preciado momento que marcó nuestra historia, acompañados de las personas que más amamos.
El hecho de que esté reflejado en fotografías para mí tiene mucho valor.

Lo que me resta decir es: si se pueden compartir momentos con los que aman, sea donde sea, haciendo lo que hagan, háganlo, que para mí de eso se trata la vida de los momentos que terminamos por construir.

Ceci Fretes