EL MAR DE TESTIGO

Gabriella Cogorno Jara y Mathias Gabriel Brizuela traspasaron fronteras para orquestar su boda soñada: escogieron Brasil para que sea el escenario donde el mar y su amor se entrelazaran. No solo anhelaban una celebración, sino un momento para compartir con sus seres más queridos.

El 5 de diciembre fue la fecha en que las promesas se hicieron más que palabras: se convirtieron en vínculos, en un lazo eterno. Cinco fechas antes del gran día, se aventuraron a las tierras brasileñas, no solo para organizar los detalles finales, sino también para sumergirse en la esencia misma del lugar. Pero fue en mayo, en un viaje previo cuando se dieron cuenta de que Florianópolis era la ciudad que elegirían como escenario de su boda religiosa. Un lugar sencillo, encantador, con la vista al mar que tanto deseaban.

La cita fue en el altar de la Nossa Senhora das Necessidades, en Santo Antonio de Lisboa. Ese día, la novia despertó serena, miró la ventana y deseó un cielo amable. Y así fue; las nubes le dieron el toque romántico perfecto y disfrutó de su previa en compañía de su abuela, primas y confidentes.

La iglesia, con su sencillez impregnada de encanto, fue el testigo de este encuentro esperado. La ansiedad se volvió emoción para Gaby al entrar y ver a su prometido firme en el altar. Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia religiosa fue cuando la mamá de Mathias entonó una melodía en portugués, y la fina lluvia, como un capricho divino, acompañó su salida de la iglesia. Luego, se detuvo para las fotos en la playa.

La fiesta, en Folha, Jurere, superó las expectativas. Dos días antes, casualmente se encontraron con un músico en un bar, quien les ofreció la banda sonora perfecta. Aquellas notas brasileñas, íntimas y emotivas, marcaron el comienzo de una celebración que se extendió con la selección musical del DJ Aya hasta los primeros rayos del sol.

BRIDE TO BE

El vestido, confeccionado por Tamara Maluff, de La Paix, fue un sueño hecho realidad para G a b y. Aunque los últimos retoques desafiaron la perfección, Tamara, con su arte, transformó cada detalle para que la novia sea la musa de su propia historia. Ella confió ciegamente en el equipo de Glam Squad, tanto que no hubo necesidad de prueba de peinado y maquillaje, y el resultado fue fantástico. Como detalle, llevó el rosario de su bisabuela.