EL GRAN DÍA DE UNA AMIGA

Tener a alguien con quien compartir el proceso de algo tan significativo como una boda aumenta la felicidad del momento, más aún si esa persona es la encargada de materializar tus sueños en forma de un vestido. En esta edición, celebrando el Día de la Amistad, te presentamos tres historias con algo en común: en cada una de ellas la novia encargó a su amiga diseñadora la creación de su wedding dress. Este es un retrato íntimo, un momento único en el que, buscando el diseño soñado, se encontraron, compartieron una gran complicidad y capturaron anécdotas memorables.

LUCÍA FERRÉS Y OLIVIA CAZAL

Una conexión genuina

Ellas comparten una sólida amistad, de esas incondicionales que perduran y se amoldan a las situaciones. En la relación de Olivia Cazal y Lucía Ferrés, el ser auténticas la una con la otra las hace crecer y complementarse a la perfección. Ambas son diseñadoras de moda, una profesión que las encontró trabajando juntas para una marca nacional allá por el 2007. Hicieron clic al instante y desde aquel día se volvieron superamigas.

Por Ada Cabral. Fotos: Berenice Crosa, para Desde el Alma Fotografía.

A ambas les gusta ponerse al día, compartir asados, reuniones y caminatas. Sus respectivos maridos también son muy amigos desde mucho antes que ellas se conocieran, así que las salidas entre los cuatro siempre resultan un buen plan. Olivia contrajo matrimonio el 9 agosto del año pasado con el amor de su vida, Matías Meza, y para esa fecha tan importante fue Lucía la encargada de materializar su soñado look nupcial.

 “Creo que de cierta manera estaba superdecidido eso. Con Lulú empezamos a diseñar el vestido cuando conocí a Matu. Claro, es una forma de decir, porque siempre compartíamos ideas de cómo quería verme ese día o posibles bodas imaginarias”, recuerda Oli con alegría.

 En su búsqueda del diseño perfecto, nos cuenta que siempre tuvo claro lo que deseaba: algo sofisticado y timeless pero con un twist, como define al estilo de Ferrés, la firma de su amiga. Entre las referencias que le gustaban se decantó por el diseño de Carolyn Bessette by Narciso Rodríguez. “Al comprometerme, sabía que quería inspirarme en ese vestido, así que partimos de ahí. La capita le dio la nota moderna que buscábamos, y un aire más serio para la ceremonia. El toque final fueron los aros, que rompían totalmente con el total white de las novias. ¡Los amé!”, dice Oli.

 Por su parte, Lulú nos cuenta que fue un gran desafío crear el white dress soñado porque, además de ser un traje nupcial, era para una amiga. Por eso quiso potenciar en su máximo esplendor la esencia de la novia. Juntas armaron un look tan auténtico que el resultado fue el planeado. “Fue muy genial el proceso, ella tenía claro el concepto: simpleza y modernidad, con un toque romántico”, recuerda y agrega que estaba latente la idea de un cambio, por lo que al terminar la ceremonia, Oli se sacó la capa de organza y se puso una campera de cuero marrón, complementada con unos aros oversized, lo que que le brindó el toque descontracturado, que combinaba a la perfección con la energía que transmitieron los novios en la fiesta.

 El proceso creativo llevó poco más de un mes y ambas coinciden en que fue una de las mejores experiencias que tuvieron la dicha de compartir. “Lo que más me gustó fueron las reacciones de Oli en cada prueba. Que se vea en el espejo, disfrute el reflejo de lo que llevaba puesto y saber que una con sus manos logró exactamente eso, fue hermoso”, dice Lucía.

 Por su parte, Olivia asegura que se sintió muy privilegiada y disfrutó cada momento. “Estábamos haciendo algo con muchísimo amor, que quedaría siempre en nuestra memoria. Por un lado, es increíble tener a tu mejor amiga ayudándote con el vestido de tu vida, que nació mucho antes del compromiso y culminó ese día superespecial. Por otra parte, siento que es mucho más que solo eso”, afirma.

“Estábamos haciendo algo con muchísimo amor, que quedaría siempre en nuestra memoria”. Olivia Cazal

 Los recuerdos lindos que llevan en la memoria y el corazón son varios. Para Lulú, uno de ellos fue el momento en el estaban en el hotel, mientras se alistaban para la boda, y Olivia salió para que las otras amigas la vieran por primera vez con el traje puesto. “Las expresiones de todas al verla expresaron tanto sin decir nada. Un momento único”. Por su parte, Olivia recuerda que camino a la ceremonia, los nervios la invadieron, pero la compañía de su amiga la ayudó: “Me hizo demasiado bien que Lulú se quede conmigo; ella estaba retranquila, feliz y me transmitió eso”.

MARÍA INÉS ANGULO Y STEPHANIE BARRAIL

El vestido soñado

Se conocieron en un evento en el que trabajaron allá por 2005. Desde el primer cruce de palabras conectaron de inmediato, y con el paso del tiempo terminaron por considerarse hermanas inseparables. En 2015, María Inés celebró uno de los instantes más memorables de su vida: su boda. Como era de esperar, Stephanie estuvo con ella en todo el proceso, pero en especial para ayudarla a conseguir el vestido de sus sueños.

Por Magalí Benítez. Fotos: Anita Rodas.

Dicen que un simple gesto ahorra mil palabras, y que la mirada correcta alivia cualquier situación. Para esto, los amigos son los más indicados. Ellos nos acompañan siempre, y con el sentimiento más profundo forman parte importante de nuestra historia. Así sucedió con María Inés Angulo y la diseñadora Stephanie Barrail, quienes en su larga relación compartieron un montón de experiencias, entre ellas, un fascinante vestido.

 En el momento de su compromiso con Juan Etcheverry, María Inés supo que su mejor amiga iba a ser la responsable del diseño perfecto para ella. Desde que le confió esta importante prenda, Stephanie lo tomó como un emocionante desafío, siempre con el ideal de crear la pieza perfecta y lograr que la novia brillara más que nunca siendo ella misma.

 Para idear el diseño, ambas interactuaron con la intención de lograr exactamente lo que buscaban. Al recordar aquella aventura, coinciden en que simplemente fue espectacular y que por la confianza que comparten, el trabajo fue superfácil y llevadero. «Por suerte el momento de definir el modelo no fue muy difícil, ya que las dos tenemos estilo y gusto similares, así que un día nos sentamos y empezamos a crear; ella ya tenía algo en mente y fuimos dándole algunos ajustes, hasta que logramos el diseño perfecto y ahí partimos a elegir las telas», comentó Stephanie.

 Al encontrar los tejidos indicados, las amigas siguieron intercambiando perspectivas y potenciando sus ideas. Desde la primera hasta la última prueba se emocionaron sin medida con risas, llantos e interminables charlas que formaron cada detalle, como lo recuerda la diseñadora, a quien se le desbordaba el corazón a medida que la prenda tomaba forma.

 El resultado final fue un vestido en un raso opaco color tiza, con corte en la cintura, escote bote y una sobrepollera que hacía el efecto de cola, desmontable, pensando en la posterior fiesta de bodas. El destaque principal fue un bordado a mano de flores en relieve con pedrería en la pechera que caía en degradé sobre la falda, y culminó con un cinto de cuero blanco que estaba destinado a ser parte de la prenda nupcial.

 Para escoger los accesorios, la novia recibió asesoría de su diseñadora y amiga. «Stephanie estuvo metida en todo, cuidando aspectos como el peinado y tocado. Ella y mi hermana María José, que se dedica a eso, trabajaron para llegar a lo que mejor me haría lucir», dice María Inés. Cada complemento fue esencial para resaltar el diseño. Maquillaje, calzados, ramo y accesorios terminaron por lograr el atuendo que había esperado.

 El día de la boda las cosas encajaron perfectamente, y luego de algunas lágrimas de emoción, todo estuvo listo el 30 de mayo de 2015. “Mai –como le digo de cariño– fue una de mis novias favoritas, intenté acompañarla en cada detalle hasta que llegó el gran día. Nos preparamos y partimos a San Bernardino, donde fue la boda; yo no podía creer que estaba llevando a mi mejor amiga a una de las noches más importantes de su vida», recuerda la diseñadora.

 El gran día de María Inés fue emocionante y lleno de amor. Ella rememora ese instante inolvidable resaltando la tranquilidad que le brindó su amiga y el radiante vestido. «Que Stepha haya diseñado una pieza tan especial significó demasiado, fue un regalo para mí y lo sigo guardando como una joya, porque es eso mismo”.

«Fue un regalo para mí y lo sigo guardando como una joya» María Inés Angulo

SILKE BUHK Y EMMA VIEDMA

En cada detalle

Coincidieron en 2016 a través de unos conocidos en común y entre Silke Buhk y la diseñadora Emma Viedma surgió una conexión extraordinaria que muy pronto se convirtió en una gran amistad. La alegría de un ser querido es la de uno mismo, y cuando Silke se comprometió el año pasado, las campanas de boda comenzaron a sonar. A la par, con Emma comenzaron a crear juntas una pieza única para la fecha especial que se aproximaba, recolectando recuerdos inolvidables en el proceso.

Por Katherine Meza. Fotos: Raúl Villalba, para El Faro Bodas.

Tras el sí, quiero a Axel Huber, cuando él le propuso matrimonio, de inmediato Silke Buhk depositó toda su confianza en Emma Viedma, la indicada para crear el vestido más importante de su vida. “La elegí porque me encanta su estilo y admiro la pasión con que realiza su arte. Pone corazón y alma en cada detalle, para mí eso es muy importante. Sabía que me iba a hacer un diseño soñado y así fue”, cuenta Silke.

 Por su parte, Emma aceptó este especial desafío contenta por la gran oportunidad de hacer feliz con una creación suya a su querida amiga. El proceso inició enseguida y ambas se citaron en el atelier de la diseñadora de alta costura, en donde la hizo sentir como en casa, para idear el que sería el vestido para la futura novia. En esa primera reunión, Silke le mostró los distintos estilos que le gustaban, pero como eran tantos y no lograba decidir cuál de ellos escoger, la creativa tuvo la idea de dibujar un primer boceto, del que Silke quedó enamorada.

 Lejos de cualquier inconveniente que puedan presentar los nervios en el afán de que todo sea perfecto, ambas se divirtieron de principio a fin, desde el intercambio de pareceres y la elección de telas hasta las pruebas, gracias a la confianza que se tenían. Otra razón por la cual todo resultó llevadero fue que Emma conocía muy bien el estilo de Silke, y a medida que el vestido tomaba forma, ella veía una gran sonrisa en su rostro.

 En las últimas instancias, con el importante contexto del vestido casi completo, Emma se encargó del diseño del tocado que Silke luciría en el pelo. Fue una obra delicada y mínima lista a pedido de la novia. El peinado, el make up, los zapatos y las joyas que llevaría también fueron todos detalles cuidadosamente congeniados por la diseñadora de la reconocida firma Pierrot, con la intención de que su amiga esté segura e irradie dicha, sintiéndose ella misma.

 La prueba final de la pieza fue sin dudas muy emotivo para las dos. Silke recuerda con cariño: “No existen palabras para describir que una amiga diseñe tu vestido soñado y ponga tanto cariño y esfuerzo en él. Me sentí inmensamente feliz”, a lo que Emma agrega con emoción: “Lloré de alegría. Fue hermoso verla así tan completa y feliz. Solo quería que llegue el momento de que todos la vean y aprecien su belleza”.

 Finalmente, el 11 de mayo de 2019 fue la fecha tan esperada. Silke unió su vida a la de Axel en una ceremonia de lo más romántica, en la que creó nuevas memorias que para siempre guarda en su corazón. Aún no olvida que Emma estuvo allí de manera incondicional, para que luzca como siempre soñó: “Sentí su apoyo hasta el último minuto antes de entrar a la iglesia, estuvo conmigo revisando cada detalle para que el vestido esté perfecto en mi camino al altar”. Mientras, Emma no duda en referirse a Silke como una persona que marcó su vida: “Para mí fue una novia especial porque se trataba de una muy buena amiga. Fuimos tan felices que es para rememorarlo siempre, y toda la vida voy a agradecerle que haya creído en mí”.

“Sentí su apoyo hasta el último minuto antes de entrar a la iglesia, estuvo conmigo revisando cada detalle para que el vestido esté perfecto en mi camino al altar” Silke Buhk