UN LEGADO DE SOÑADORES

El primero de setiembre pasado, la emblemática fábrica Liebig en Zeballos Cué cumplió 100 años desde su fundación. La que alguna vez fue Liebig’s Extract of Meat Company renació como un esplendoroso complejo de eventos con un legado histórico invaluable: Puerto Liebig. La restauración y transformación de esta antigua edificación de 1923 es un tributo a la visión y dedicación de la familia Zuccolillo-Zavala y un testimonio del compromiso de mantener viva la historia de Paraguay.

La agenda de Chic está marcada por los eventos sociales y empresariales más exclusivos del medio, una gran mayoría de los cuales se realiza en Puerto Liebig. Con una imponente presencia, amplios jardines, salones diversos, techos altos, elegantes caireles e infinitos detalles originales, rápidamente se convirtió en uno de los sitios más demandados. De un tiempo a esta parte, encuentros fastuosos se dieron cita en este sitio histórico, pero, ¿cuál fue el camino recorrido hasta lograr el resurgir la antigua planta? En esta nota, todos los detalles contados por las mujeres al frente del gran emprendimiento: las hermanas Fátima, Zofia y Guadalupe Zuccolillo Zavala.

Zofia, Fátima y Guada Zuccolillo.

UN PASEO POR LA HISTORIA

La fábrica Liebig operó desde fines del siglo XIX en Uruguay y luego se expandió a Paraguay en 1923, año en que se inauguró con la presencia del entonces presidente Eligio Ayala. La planta procesadora de carne tuvo sus años de gloria en los 60, cuando se realizó una gran inversión para modernizarla con tecnología de punta. Se importó maquinaria de Suecia, Estados Unidos, Alemania y Argentina; en aquel entonces, hasta recibió la visita del duque de Edimburgo, el príncipe Felipe.

Sus productos, como el famoso va ka ’i o corned beef, alimentaron a soldados y enfermos en las guerras, y formaron parte de la rutina de numerosas casas por mucho tiempo. Los productos de Liebig se exportaron alrededor del mundo, e impulsaron el sector ganadero y el desarrollo económico de Paraguay en esa época. Pero en 1978 cerró permanentemente sus puertas y un año más tarde entró en escena don Antonio Zuccolillo Moscarda, respetado empresario, dueño de un conglomerado de negocios, quien vio el potencial de la fábrica y la adquirió, maravillado con la imponencia de sus instalaciones. La mantuvo en funcionamiento como frigorífico durante dos años, pero la recesión económica de los 80 obligó al cese total de operaciones.

Antonio Zuccolillo Moscarda.

RENACIMIENTO DE UN GRANDE

Décadas más tarde, su hijo Rodolfo Javier Zuccolillo tuvo la visión y el compromiso de restaurar el lugar para el alquiler de depósitos y oficinas; su meta fue poner el sitio a punto. Tras extendidas visitas, sus hijas Fátima y Zofia Zuccolillo tuvieron la iniciativa de embarcar la antigua planta en el rubro de eventos y museo histórico. “Para entrar al actual salón La Fábrica, tuvimos que romper un candado oxidado. Allí, en la inmensidad de la construcción, al mirar sus techos de 14 metros de altura de hierro forjado y dimensionar la amplitud del espacio, supimos cuál sería su destino”, relatan. Fue así que realizaron un estudio de mercado, desarrollo creativo de marca y productos a ofrecer, acompañados por la visión detrás de la obra de los primeros tres años de restauración y refacción para el rubro. Posteriormente, Guadalupe Zuccolillo se unió a esta gran misión familiar para la finalización del último salón de eventos, conocido como La Cueva. Luego, lideró la obra del salón 1923 y el Gran Salón, que sigue en proceso de refacción.

Hoy, Puerto Liebig es un complejo multifacético dentro de un predio de nueve hectáreas, a orillas del río Paraguay. La fábrica centenaria fue restaurada y remodelada para ofrecer salones de eventos, oficinas corporativas, depósitos para almacenaje de productos y un museo histórico, gracias a la ardua labor generacional.

La historia de la antigua fábrica está plasmada en cada rincón del complejo. Algunos baños se construyeron dentro de antiguos frigoríficos, las máquinas antiguas se exhiben como piezas de arte y las cámaras de sales se han transformado en salones de eventos. Se utilizaron materiales reciclados para su restauración, y se crearon rincones de minimuseos con una línea de tiempo y muebles con ítems históricos.

Puerto Liebig tiene cuatro ambientes amplios: el Salón Blanco, La Fábrica, La Cueva y el salón 1923, que se inaugurará en conmemoración a los 100 años de la fábrica. Además, ofrece salas de reuniones para el rubro corporativo. En total, más las galerías, los jardines al aire libre, las oficinas corporativas y los depósitos, ocupa 3746 m² en un terreno de nueve hectáreas. El complejo tiene capacidad para más de 500 vehículos y está ubicado cerca del Jardín Botánico.

Los servicios únicos de Puerto Liebig incluyen una cava de vinos, un bar industrial, un play room para niños, alquiler de artículos auténticos de la fábrica, actuaciones de personajes emblemáticos de Liebig’s y un catering gourmet exclusivo de Talleyrand, con quienes se creó un menú con elementos históricos del lugar; además, ofrecen el Tour de Liebig para turistas, colegios, universidades, un recorrido por sus sitios para ver las renovaciones, las cámaras frigoríficas, visitar el museo en donde exhiben una línea de tiempo e ítems originales de la época de funcionamiento del frigorífico.

LOS EVENTOS MÁS EXCLUSIVOS

Desde su inauguración oficial, Puerto Liebig es elegido para las citas más prestigiosas, como el Jubileo de la reina Isabel por la Embajada británica, celebraciones de otras embajadas e instituciones políticas y militares, casamientos, quinceaños, magníficas fiestas de cumpleaños, lanzamientos de nuevos productos y aniversarios de distintas y renombradas empresas, capacitaciones empresariales, grabaciones y producciones de artistas, shows renombrados de televisión, desfiles y producciones de moda, entre tantos otros memorables momentos. “Estamos tan agradecidos a cada uno de ellos por creer en nosotros, elegirnos y así ayudarnos a revivir este sitio histórico”, dicen.

LEGADO FAMILIAR

Para los Zuccolillo-Zavala, Puerto Liebig es un proyecto de pura pasión. Cada miembro de la familia aportó su visión y dedicación para restaurar y revitalizar este sitio histórico. Fátima, Zofia y Guadalupe Zuccolillo son las tres hermanas que componen hoy día el directorio. Guadalupe es administradora y actualmente lidera la finalización de las obras de restauración y refacción de otros sectores de la fábrica, además de supervisar al gran equipo de trabajadores que componen esta nueva empresa. Zofia es gerente de marketing del complejo y se encarga de todo el contenido creativo. Fátima continúa dirigiendo el directorio y hace el seguimiento al lado de sus hermanas de todos los futuros proyectos y visiones para el complejo.

 “Nuestro compromiso al empezar esta restauración fue preservar todas las edificaciones de la fábrica Liebig —siempre y cuando cumplieran con los estándares de seguridad— y su maquinaria original antigua. Como este es un frigorífico histórico, decidimos mantener las cámaras en su estado original, tal como las encontramos, sin intervención más que limpieza, pintura, reparación de piso y electrificación. Los sitios amplios del lugar, que eran utilizados principalmente para almacenar diversos artículos (latas de extracto y otros como sales, repuestos, etcétera) decidimos refaccionarlos y reutilizarlos como espacios productivos que generen renta, para así sustentar el resto del complejo. Luego vino el proceso de pulir y restaurar todos los artefactos antiguos que encontramos y exponerlos para que los aprecien los visitantes”, mencionan las hermanas.

La respuesta de la comunidad local ante la restauración fue muy positiva. “Nos alegró y honró tanto el contacto con la gente que trabajó en la fábrica, como también de sus familiares. Estas personas nos compartieron su inolvidable experiencia de cuando formaron parte de este sitio, y el impacto que tuvo en el tiempo que funcionó en Zeballos Cué”, explican. Esos testimonios están siendo recopilados para brindar información más completa al Tour del Liebig, así como para armar un documental de la fábrica.

El legado que desean dejar es uno de amor por el compromiso de preservar este lugar como tesoro nacional. Esperan que Puerto Liebig siga siendo un espacio donde se creen nuevos momentos inolvidables, mientras se sumergen en la rica historia nacional. Esta fábrica es un recordatorio de que los sueños de un pasado pueden dar vida a un futuro vibrante y lleno de emociones.

UN FUTURO PROMETEDOR

Los planes para Puerto Liebig no se detienen aquí. La restauración y renovación de los salones de eventos y las salas de reuniones son solo el comienzo. El tour histórico se enriquece constantemente, y se están construyendo oficinas corporativas y espacios gastronómicos. Además, se planea un muelle sobre el río Paraguay para ofrecer aún más opciones a los visitantes.