LA VIDA ENTERA
Lo de ellos fue amor a primera vista. Se conocieron gracias a unos amigos en común, quienes organizaron una salida grupal solo para presentarlos. Sin saberlo, la primera cita de Claudia Saguier y Luis Fernando Cabrera fue en la boîte del Hotel Casino de San Bernardino, donde entre baile, charlas y risas la conexión entre ambos fue inevitable. Tiempo después de aquel romántico encuentro iniciaron un maravilloso noviazgo que los encaminó al altar.
Llevaban poco más de cuatro años juntos cuando Luis Fernando se animó a dar el siguiente paso y le propuso a Claudia que fuera su esposa. Felices, organizaron cada detalle para aquel día soñado, que se dio el 4 de octubre de 1996. La pareja pronunció sus votos de amor en la iglesia Santa María y San Nicolás ante la presencia de sus padrinos: Milciades Saguier y Susana Mereles de Saguier; Fabio Cabrera y María Teresa Rojas de Cabrera, además de sus familiares y amigos íntimos con quienes, luego de la bendición nupcial, celebraron la unión en el Asunción Golf Club.
Cumpliendo con la tradición, Claudia y Luis Fernando partieron a su luna de miel. Ellos escogieron a Estados Unidos como el destino ideal para comenzar los primeros capítulos de su nueva vida juntos y sin dudas ese viaje se convirtió en una verdadera aventura. “Fue muy divertido y hermoso. Fuimos juntos a Disney a recorrer como niños todos los parques. Luego estuvimos en Miami, donde nos embarcamos en un crucero a Bahamas. Allí, en pleno océano nos atrapó el huracán Lili. Creímos que íbamos a morir. Subimos todos al piso 10, el último del barco. Nos pareció que estábamos en el Titanic ¡próximo a hundirse! Bajamos luego de tres días”, recuerda Claudia con mucho humor.
Pasaron más de dos décadas desde el primer sí y se convirtieron en padres de cuatro hijos: Julieta, Paulina, Joaquín y Gonzalo. Claudia nos cuenta que la base de su matrimonio fue siempre la confianza y el respeto mutuo. “Estamos juntos desde hace casi 30 años y en todo este tiempo reinó la calma, la paz, el entendimiento y, sobre todo, el amor. Hemos priorizado la familia, fomentando la oración y la fe como los medios de crecimiento espiritual y de agradecimiento por las bendiciones que recibimos en nuestro día a día” concluye.