EL MEJOR COMPAÑERO

No se nos ocurre una mejor forma de celebrar el Día del Padre que con las anécdotas llenas de ternura, risas y, por sobre todo, entrega que protagonizan Oliver Koop, Erich Rothkegel, José Lledó y Manuel Sola. Cuatro entrañables papás, compañeros incondicionales de sus hijos, nos relatan lo que significó este gran cambio en sus vidas, las historias que cada uno lleva consigo e incluso los aprendizajes que sus propios padres les dejaron acerca de la paternidad.

Fotos: María José Cuevas.

OLIVER KOOP

“Lo mejor de ser papá es volver a ser niño”

Luego de cruzar miradas en 2015, Oliver Koop y Carmela Pomata quedaron profundamente enamorados y al poco tiempo se volvieron inseparables. En un abrir y cerrar de ojos, ya buscaban comenzar una familia, al primer año de vivir juntos. De eso pasaron casi cinco años, el amor que sienten los dos sigue intacto y, ahora, son padres de Tasia Venezia, de dos años y cinco meses; Novak, de tres meses, y de un pequeño ángel llamado Nina Lior, melliza de Tasia, a quien llevan con profundo afecto en sus corazones.

 Oliver supo por primera vez que sería papá de una manera muy especial. “Fue el día de mi cumpleaños número 34, Carmela me regaló la noticia. Después de cenar, me entregó un voucher. Cuando lo leí, me enteré de que era un regalo a ser entregado en nueve meses: un bebé”, recuerda. Si bien era algo que buscaban, admite que lo tomó por sorpresa y, al enterarse de que venían dos en camino, la emoción se multiplicó.

 La segunda vez lo supo cuando la pequeña Tasia le pidió que le lea un libro antes de dormir. Dentro estaba el bebé test con el resultado positivo. “Sentí mucha alegría y todos los sentimientos de la primera vez, pero mucho más consciente de lo que implica ser padre. Cuando supimos que era nene, fue fabuloso, porque tendríamos una parejita”, agrega.

 Si bien sus dos pequeños son muy distintos, se las ingenia para acercarse a cada uno de diferentes formas, pues asegura que al contrario de una madre, que conecta con su hijo desde el día uno, los padres deben ganarse su espacio con el tiempo. “Con Tasia existe un vínculo muy fuerte. Soy su príncipe y tengo que bailar con ella, al rato puedo ser también el lobo feroz y ella el cerdito (es uno de sus cuentos favoritos), nos gusta mucho salir a pasear en auto por el barrio, ella y yo solos, máximo invitamos a nuestra perrita, Lola. Mientras, con Novak ya puedo sentir el futuro lleno de aventuras. Por el momento estamos en la misma página increíblemente, con un movimiento tipo estocadas y un sonido particular que le hace dormir. El problema es que ahora todos tienen que hacer estocadas para que duerma”, comenta entre risas.

“Con Tasia existe un vínculo muy fuerte, mientras que con Novak ya puedo sentir el futuro lleno de aventuras”

 “Lo mejor de ser papá es volver a ser niño, intentar empatizar con tus hijos y entrar nuevamente a ese mundo de inocencia y fantasía”, confiesa con ternura. El mundo de Oliver y Carmela es completamente otro desde la llegada de sus hijos. Aunque Tasia es una niña excepcional y el pequeño Novak es bastante tranquilo, la vida de padres tiene su cambio de rutina, así como sus altos y bajos que juntos, como pareja, han superado.

 La paternidad, si bien a veces es dura, trae sus momentos reconfortantes y sentimientos que jamás fueron experimentados. Para Oliver no existe un momento más emocionante que cuando su hija le dice: “Te amo, papi”. Entre sus anécdotas favoritas, nos cuenta las siguientes ocurrencias de sus hijos: “Realmente podría escribir dos libros de todas las historias que tengo. Pero en resumen, Tasia es señorita Hollywood. Con apenas dos años empezó a hablar fluido y no paró más, realmente no podemos ni enojarnos con ella aunque haga travesuras porque nos reímos todo el día. Recuerdo la vez que hizo tiritas con plastilina y quiso ponérmelas en el pelo (creo que su mamá tuvo algo que ver con eso). De Novak puedo decir que en su primer minuto de vida hizo reír a los doctores y a nosotros con un interminable e inesperado pis de bienvenida. Como nació con 41 semanas, decimos que parece un adulto cuando se plaguea, él también es muy simpático”, relata.

 Oliver recuerda a su padre, Hardy Koop, con inmenso amor. “Era un ser lleno de cariño, el soporte de todo lo que me propuse. Espero darles las mismas herramientas a mis hijos para desarrollar su potencial”, finaliza.

JOSÉ LLEDÓ

“Es una nueva dimensión de lo que significa amar”

Para José Lledó, formar una familia es el proyecto más desafiante de todos. Pero jamás dudó en tomar este gran paso con el amor de su vida, Alejandra Guanes, quien lo enamora desde hace más de 10 años. “Siempre planeamos crear una familia juntos y sabemos que es algo que se construye todos los días”, comienza diciendo.

 José y Alejandra llevan casados seis años (incluso su boda fue portada de nuestra revista en noviembre de 2014). Como fruto del amor tan puro que sienten el uno por el otro, actualmente son padres de dos: María, de tres años, y Rafael, de un año y medio, quienes llegaron para alegrarlos aún más y dar una nueva chispa a sus días. “Son muy inquietos, y si bien pelean como todos los niños, son muy compinches”, nos relata José acerca de cómo son sus pequeños.

 Al recordar las buenas nuevas del embarazo de su esposa, nos comenta lo que sintió cuando se entero de que sería papá por primera y por segunda vez: “En ambos casos fue una bendición, un privilegio y un regalo de Dios. Tener la experiencia de criar a una niña y a un niño fue para mí de lo más enriquecedor, al observar sus diferencias, gustos y ocurrencias”.

 La paternidad es para él una verdadera aventura, pero por sobre todo, una oportunidad única de aprendizaje: “Lo primero que comprendí fue la sensación de la responsabilidad, al saber que hay personitas que dependen de mí”. Acerca de lo que hizo que disfrutara aún más el ser papá, nos dice con emotividad: “Lo que más me gusta de ser padre es el conocer una nueva dimensión de lo que significa amar y la felicidad que se contiene en la sonrisa que me regalan mis hijos”.

 Ante la curiosidad de cómo es estar en casa y ver correteando a dos pequeñitos alrededor suyo, nos relata lo siguiente: “Quizás es la experiencia más linda que uno puede vivir, crecer al lado de ellos es muy difícil de explicar en palabras. Sin dudas, es una vivencia inigualable”. La conexión con sus pequeños es algo que él nunca sintió anteriormente y nos cuenta qué actividades disfruta y lo une más a cada uno: “A María le encanta que la acompañe a jugar a cualquier cosa o que lea cuentos. Por su lado Rafa, si bien es muy chico, ya disfruta de sus paseos en carrito o cuando comemos juntos; come mucho realmente.”

“Quizás es la experiencia más linda que uno puede vivir, crecer al lado de ellos. Es muy difícil explicar en palabras. Sin dudas, es una vivencia inigualable”

 Describe a su papá, Luis Roberto o Lucho Lledó —como lo llaman con cariño— como un ejemplo de entrega y dedicación a la familia, sus hijos y la comunidad. Cuando le preguntamos si se le parece en algo, dice: “No creo estar a la altura de lo que él representa para mí, es mi norte”.

ERICH ROTHKEGEL

“Con cosas simples, ella me llena el corazón”

En el momento en que Erich Rothkegel lo supo, una alegría inmensa inundó su ser. Esto era algo que anhelaba desde hacía ya un tiempo y cuando finalmente sucedió, ni la incertidumbre ni la ansiedad pudieron con toda la felicidad que para él significaba ser papá por primera vez. “Fue el sueño de mi vida desde la secundaria, los que me conocen pueden dar fe de eso”, asegura.

 Catalina es el nombre de su pequeña cómplice de aventuras. Con casi cuatro años, es considerada por su papá como “un personaje sin igual”. A los dos los une un lazo muy fuerte: “Nuestra conexión es hermosa, es adrenalina total. Disfrutamos de nuestros instantes cuando jugamos, bailamos, saltamos. Nos reímos mucho, eso no tiene precio”, nos relata. A este dúo le encanta correr, jugar a las escondidas y hacer guerra de almohadas, ni hablar de ver una película juntos, pues la pequeña ya convirtió a su papá en todo un fan de Shrek y Frozen.

 “Ser padre es una experiencia única que llena el alma”. Así nos lo confirma Erich al rememorar algunas de sus anécdotas favoritas siendo el papá de Cata: “Hace un tiempo, ella estaba viviendo en el mundo de princesas: disfraces, zapatos, películas; cuando llegó la hora de elegir a un príncipe, me eligió a mí. Hasta hoy me llama así, no puedo evitar emocionarme cada vez que lo cuento, no tiene igual”, dice. Otro lindo recuerdo para él fue en el Día del Padre en la guarde: “Me cantó, me bailó y me dio un gran abrazo en mi día, fue hermoso. Con cosas simples, ella me llena el corazón”, recuerda con emoción.

 Al preguntarle acerca de cómo la paternidad lo modificó, Erich nos confiesa: “Tras la llegada de mi hija, la vida cambió en su totalidad, para mejor. Todo lo que hago es pensando en su bienestar”, dice y agrega: “Los hijos necesitan lo mejor de nosotros y eso es lo que trato de darles todos los días, lo que esté o no a mi alcance, de una u otra manera”.

“Tras la llegada de mi hija, la vida cambió en su totalidad, para mejor. Todo lo que hago es pensando en su bienestar”

 Ser padres trae miles de aprendizajes consigo y una manera distinta de ver el mundo. A Erich le tocó descubrir que “Cata va a ser un reflejo de nosotros como como padres, junto con su mamá. Trato de darle lo mejor que aprendí como hijo de mis viejos y de mí mismo. Debemos dedicarle la mayor atención y promover un excelente futuro para ella”, cuenta.

 Para este dedicado padre, ser papá es el amor más profundo que se puede llegar a sentir, porque como nos afirma, es incondicional. “Lo que más disfruto es verla crecer, experimentar y dar sus primeros pasos en esta vida. Todo lo que hace me conmueve y emociona. No puedo creer cuando habla o cualquier otra cosa que logra. No puedo creer como pasa el tiempo”, comenta.

 Al nombrar a su papá, Edgardo Rothkegel, revive con afecto lo agradecido que está de tenerlo a su lado, todas las enseñanzas que le brindó y que aún le brinda desde siempre. “Me enseñó el amor al prójimo, a dejar una huella en cada paso que damos y a encontrar el valor de las pequeñas cosas. Sinceramente me encantaría tener algo de él como figura paterna. No dejo de agradecer su presencia como padre y abuelo. Es un regalo”, finaliza.

MANUEL SOLA

“Es mi complemento perfecto”

En nuestro número anterior, te relatamos esta feliz historia desde el punto de vista de la mamá; como padre, Manu también tiene mucho por contar. Tanto él como su esposa Eveline Person consideran que en la vida uno siempre debe tener los objetivos claros y planificar a partir de ahí, pues nada llega a este mundo por casualidad. Por eso, este matrimonio decidió dar el gran paso de formar una familia juntos, pequeña, como la Sagrada Familia de Nazaret. Sus deseos se cumplieron muy pronto, y ahora ya no son dos, sino tres.

 El primer bebé definitivamente lo transforma todo. Para Manuel, fue una grata sorpresa que hasta ahora recuerda con afecto. “Cuando Eve me dijo que el bebé test salió positivo, lo primero que sentí fue incredulidad, tanto que tuve que leer el prospecto de la caja para corroborar la confiabilidad del producto. Volvimos a hacer una prueba y con una efectividad del 99%, le dije que fuéramos al hospital. Fue una felicidad desconcertante”.

 Tras nueve meses de espera, la pareja recibió a la pequeña Emma, el 15 de marzo último, a tan solo tres días de haberse decretado la emergencia sanitaria. “Con el nacimiento de Emma, mi vida tuvo un doble cambio; por un lado, el de ser padre; por el otro, ajustar eso a las nuevas prácticas sociales por la cuarentena”, nos cuenta. El convertirse en el papá de una pequeña fue un aprendizaje: “Cuando ocurre este tipo de acontecimientos tan importantes se cierra una etapa y se abre otra totalmente distinta, con nuevos retos. Considero que aún me queda mucho camino por delante, pero lo que sí puedo decir es que traer un hijo al mundo conlleva mucha responsabilidad, tiempo y atención”, afirma.

 Actualmente Emma tiene solo dos meses y medio, pero ya comparte junto con su papá una conexión única que él describe como “un amor incondicional, es mi complemento perfecto. Quizás esas sean palabras que se acerquen a lo que siento por ella”, expresa. Así también, cuando le preguntamos cuál es el instante del día que más disfruta compartir con su pequeña, no duda en responder: “Emma es muy risueña y expresiva; en la mañana al despertarse te sonríe y habla en su idioma sin parar, ese es mi momento”.

 En definitiva, la paternidad le regaló muchas anécdotas y aún hay muchas por disfrutar en el futuro. Pero si Manu tuviera que escoger una que realmente le marcó, fue el día en que finalmente conoció a su Emma. “Todo comenzó a las 5.00, en un día con un terrible calor húmedo. Eve rompió bolsa y fuimos de emergencia al sanatorio. Sus fuertes contracciones no daban tregua. Yo, por mi parte, en todo momento estaba tratando de transmitirle la mayor calma posible. Aproximadamente a las 10.00, nació nuestra Emma con 2,930 kg. Cuando el pediatra realizó el apego, fue la sensación más increíble, no sabía si reír o llorar, el sentimiento más maravilloso de mi vida sin lugar a dudas. No sabíamos que luego de eso nos esperaban tantas noches de insomnio”, relata con mucha emoción.

“Cuando el pediatra realizó el apego, fue la sensación más increíble, no sabía si reír o llorar, el sentimiento más maravilloso de mi vida sin lugar a dudas”

 Manuel nos dice que su padre, Luis Manuel Sola o Tati Sola —como lo llaman los suyos—, le enseñó la pasión por la camaradería y la incondicionalidad a los hijos, entre otras cosas, y que ve en él mismo varios aspectos de su progenitor. “Somos iguales en el carácter, el sentido del humor, el gusto por los deportes y la cocina. Mi papá es de esas personas que todo el mundo quiere, siempre está de buen humor, te recarga de energía cada vez que lo ves. Está de más decir que le amo con todo mi corazón y lo importante que es en mi vida”, concluye.