
EL CORAZÓN DE MAMÁ
En el mes que celebramos la esencia de la vida, el sostén incondicional, la guía sabia y el abrazo reconfortante, Chic rinde un emotivo homenaje a esas mujeres extraordinarias que entregan el corazón en cada faceta. En esta edición, nos adentramos en el universo de María Constanza Alliana Martínez, madre de tres niños, empresaria visionaria, asesora de viajes apasionada y el faro que ilumina su hogar. Con la ternura que irradia, Coti nos comparte su profunda y hermosa vivencia de la maternidad.
Joaquín, con sus siete años llenos de energía, y los adorables mellizos Domenico y Octavio, de tan solo dos, son la brújula que guía sus días. Con el amor incondicional de su esposo Rodrigo, su compañero y apoyo constante, Coti abre las puertas de su corazón para revelarnos su historia, los aprendizajes que la han moldeado, los rituales que atesora y los valores que anhela sembrar como una huella en sus hijos.
El asombro dulce del inicio aún resuena en sus palabras al recordar la prueba de embarazo. “Fue una sorpresa total, algo completamente inesperado. La primera sensación fue miedo, obviamente. Tardamos en pisar tierra y darnos cuenta de que lo que pasaba era real”, confiesa con una sonrisa que evoca ese momento. Sin embargo, tras el asombro inicial, la alegría floreció con fuerza: “Una vez que caímos, la emoción fue inmensa, también acompañada de las incertidumbres propias del primer hijo”.

Amor a primera vista
Coti revive con emoción palpable el instante mágico en que acunó a Joaquín por primera vez. “Su cuerpo estaba tan calentito, sus ojitos chinos me miraban, es una conexión indescriptible. Sentís que vas a dar toda tu vida por ellos”, admite conmovida.
Hoy, con la alegría multiplicada por tres, esa conexión se expandió en la singularidad de cada uno de sus hijos. “Joaco es la persona más noble que conozco, atento, sin nada de maldad. Domenico necesita amor para respirar: es el más mimoso y cariñoso. Octavio es independiente, juguetón y reclama su espacio cuando necesita mimos”. Ser madre tejió una nueva trama en su existencia y transformó por completo su estilo de vida. “Inevitablemente pasás a un segundo plano. Tus prioridades se redefinen por completo. Al comienzo es difícil, pero después crecés con ellos, te amoldás, encontrás ese equilibrio que parece imposible, pero llega”, cuenta.
Para Coti, ese equilibrio está en la belleza de los detalles cotidianos: “Ir a buscarlos al colegio, compartir las tardes… Esos son momentos sagrados. Aunque el día sea un caos, trato de disfrutarlo, porque todo pasa muy rápido, nada se repite”. Consciente del bombardeo de modelos de maternidad ideal en redes, se sincera: “Nos exigimos mucho porque la sociedad también lo hace. Pero cada una tiene su equilibrio. Hay que dejar de compararse. Si nosotras estamos bien, lo demás también lo estará”
Valores que trascienden
Si hay un legado imborrable que Coti anhela grabar en la memoria y el corazón de sus hijos, son los valores fundamentales pero trascendentales: “Que sean personas de bien, que persigan aquello que les apasiona y les brinda felicidad, que aprendan a disfrutar plenamente de cada instante”.
Y aunque el Día de la Madre podría parecer una jornada más, para Coti está cargado de un simbolismo especial. “Desayunamos juntos, en pijama. Los chicos me despiertan con alguna sorpresa. Son esos momentos los que me llenan el alma”, detalla.
Este año, como cada mayo, el festejo será un abrazo familiar, rodeada del amor de sus hijos y de su propia madre, a quien describe con cariño como una superabuela. “Un almuerzo compartido, juntos… esa es para mí la celebración perfecta”, finaliza.
