BONITA COINCIDENCIA

Sofía Belén Muñoz Oviedo y Álvaro José Nasser Romañach se solían cruzar en los pasillos del colegio sin saber que la vida los estaba preparando para unirlos un poco más adelante. Terminaron la secundaria, se hicieron amigos y luego se volvieron tan cercanos que nació el amor, y durante 10 años construyeron una historia que resistió el tiempo, la distancia y los desafíos de crecer juntos.

La propuesta de matrimonio ocurrió lejos de casa, en una caminata por las montañas de Suiza. Habían viajado hasta allí en medio de la maestría que estaban realizando en Madrid, mientras disfrutaban del verano europeo y de la sensación de estar viviendo algo nuevo. Se detuvieron a descansar, el paisaje era sereno, y en ese silencio Álvaro se arrodilló. No hubo testigos más que la montaña, el aire puro y la promesa de una vida compartida. Por supuesto, ella dijo que sí.

A la hora pactada, la novia hizo su entrada triunfal a la iglesia Nuestra Señora de la Asunción de San Bernardino a bordo de un elegante Ford descapotable de 1930, acompañada por sus hermanos menores. Su padre la esperaba, con la emoción desbordada, al pie del templo. Adentro, el murmullo expectante se volvió silencio y música solemne. Al final del pasillo estaba Álvaro, con una dulce mirada puesta en ella. Para Sofía, caminar hacia el altar fue sentir cómo todas las piezas de su vida se acomodaban en un mismo lugar: el inicio de una familia, de una nueva etapa; un amor que maduró con los años y en ese momento se celebraba ante todos.

Luego, la recepción se llevó a cabo en Es Vedrá, de San Bernardino. La decoración, a cargo de Adrián Aguirre y su equipo de We Do, hizo realidad los deseos de los novios: una ambientación inspirada en la esencia de la marca española Loewe, que combinó frutas frescas tales como higos, granadas, peras y alcachofas, con ánforas y vasijas artesanales. Las grandes hojas de mango aportaron frescura y textura, mientras las velas, dispuestas con sutileza, envolvieron el ambiente en una luz cálida y acogedora. La pareja ingresó al salón con la canción Todo contigo, de Álvaro de Luna, para luego bailar el infaltable vals que dio inicio oficial a la fiesta.

DETALLES

La organización y coordinación estuvo en manos del equipo de Jessica Miralles. El menú, preparado por Talleyrand, fue un despliegue de sabores, con carnes, pastas, sushi, ceviche y quesos. Hubo un cierre nocturno a cargo de Lomilito’s y la mesa dulce fue de Ale Maluff. Para los amantes del café, como el novio, el spot de El Cafetero estuvo abierto durante toda la celebración. El DJ Hallam mantuvo el ritmo en la pista, que el grupo Etherea animó con shows temáticos de animales y luces diseñadas por Pro Laser.

CAMINO AL ALTAR

La previa fue un momento relax, colmado de risas y miradas cómplices de los seres queridos que la acompañaron en Villa María. El vestido, creado por Tamara Maluff de La Paix, fue una pieza delicada y atemporal. Sofía quería algo cómodo, con textura y movimiento, y la diseñadora logró exactamente eso con organza traída de Madrid. La mantilla, decidida apenas una semana antes, le dio el toque final: un aire español, clásico y romántico. Las fotos del gran día le fueron confiadas a Julio Zárate e Icónico.