EL DÍA SOÑADO
Inés Bravo Tomboly y Franco Zuccolillo Mateo llevaban cuatro años de noviazgo cuando, en un viaje a La Pedrera, Uruguay, en una hermosa costa donde el mar golpeaba con fuerza las piedras y el atardecer teñía el firmamento de naranja, él le pidió matrimonio. Fue un momento íntimo con el sonido del viento y las olas como testigos. “Era lo que siempre quise, que fuéramos nosotros dos, sin fotos, sin videos, solo el momento”, cuenta ella.

El 28 de setiembre de 2025, aquella promesa se cumplió. La ceremonia religiosa se celebró en el ex Seminario Metropolitano, y la fiesta de bodas en Talleyrand Costanera. Desde la mañana, Inés se preparó en su casa, rodeada de su familia y amigas en un clima de emoción, risas y ternura. A la iglesia llegó acompañada de sus cuatro hermanos, un momento profundamente emotivo. “Era demasiado importante para mí compartir ese instante con ellos. Cuando caminé al altar, solo sentía felicidad y emoción”, recuerda.

Luego del sí, quiero, Inés y Franco compartieron una gran noche junto a sus invitados en Talleyrand Costanera. La decoración, a cargo de Monchi y María Paz Clavell para El Depósito, fue un reflejo exacto del deseo de los novios: natural, elegante y sin excesos. “No les dimos indicaciones ni inspiración, confiamos 100 % en ellas y nos sorprendieron”, admitió la novia. El resultado fue un espacio que combinó calidez y estilo en cada detalle.

Fue una recepción luminosa y alegre. El clima acompañó de manera perfecta y permitió una previa al aire libre con la propuesta musical de The Bantus. Cuando los recién casados hicieron su entrada con la canción Todo contigo, de Álvaro de Luna, el ambiente se llenó de abrazos, brindis y los mejores deseos de felicidad para la nueva familia.
DETALLES
MOMENTOS DE ILUSIÓN
Para la novia, el vestido fue una de las partes más memorables del proceso. Creado por Florencia Soerensen, cada prueba representó un momento colmado de ilusión. “Fue de lo que más me ocupé y la parte que más disfruté”, confiesa Inés. El diseño, sobrio y elegante, presentaba un cuello halter y una falda de crepé con drapeado suave. Sin embargo, el detalle más conmovedor fue la blusa que usó durante la ceremonia religiosa: la misma que llevó su madre en su propia boda hace 32 años, un gesto cargado de significado que tejió pasado y presente con delicadeza. Su ramo fue una creación de Laefe. Alexis González la peinó y Ámbar Mascareño la maquilló.












