UNO PARA EL OTRO
El amor verdadero se construye con días simples, mensajes inesperados y risas compartidas. Así fue como comenzó la historia de Agustina Ortega (Tutu para todos los que la quieren) y Constantino Ayala, entre interacciones en redes sociales que poco a poco se convirtieron en cariño y, con el tiempo, en un noviazgo de siete años que los llevó al altar.

La cita más importante fue el 11 de octubre en la iglesia San Antonio de Padua, de la ciudad de San Antonio. Desde temprano, Tutu se preparó en la casa de su abuela, rodeada de sus amigas y su familia. Aunque los días previos habían estado llenos de ansiedad, esa mañana reinaba una calma hermosa, la que viene cuando el corazón sabe que está en el lugar correcto. A la hora fijada, llegó a bordo de un Rolls Royce hasta al pie del templo y bajó con toda la felicidad y la emoción a flor de piel. Caminó hasta el altar del brazo de su padre, a pasos lentos pero con firmeza y seguridad. Fue una ceremonia íntima, muy emotiva, acompañada de sus seres queridos, en especial sus padrinos: Juan Adolfo Ayala, Natalia Penayo, Miguel Ortega y Mirtha Morínigo.

Luego de recibir la bendición de Dios, todos se trasladaron a la quinta familiar de los Ortega, la cual se transformó en el escenario perfecto para celebrar la unión de los nuevos esposos. La decoración, diseñada por Monchi y Paz Clavell, mezcló elegancia y naturalidad con luces cálidas, flores suaves y una ambientación que respetaba la esencia del lugar. De esta forma, la fiesta fue hermosa, distendida y divertida, tal como lo desearon los novios. Tutu y Constantino hicieron su entrada con la canción Ave María, de David Bisbal, y después bailaron Lloviendo estrellas de Cristian Castro, sin vals pero con esa energía que no se ensaya. Los DJs Nacho Cazal y Hallam mantuvieron a todos en la pista hasta el amanecer.







