LA MAGIA DEL DESTINO

Antonella Guanes Silvestri y Facundo Zavala Ratti se conocieron gracias a amigos en común, como si el destino, con paciencia y precisión, hubiera tejido los hilos para su encuentro. Dos años y medio después, el amor ya había echado raíces profundas entre ellos. Fue entonces cuando, un 15 de agosto, Facu llegó a casa de Anto con una pregunta que latía en su corazón desde hacía tiempo. De forma sencilla pero trascendental, le propuso matrimonio. Ella, por supuesto, dijo sí, y así comenzaron los emocionantes preparativos.

La boda fue el 3 de mayo a las 16.00, cuando el otoño ya comenzaba a dar otro color a las hojas y el aire tenía esa tibieza que anuncia un cambio de estación. Se celebró en la iglesia Santísima Trinidad. El padre Christian Bohnert ofició la ceremonia con calma reverente, mientras el coro Cantalírica dejaba flotar las notas como plegarias al viento. La novia llegó en un Mercedes-Benz antiguo; su padre la acompañó hasta el altar. Cuando las puertas del templo se abrieron, ella sintió que el mundo se detenía, pero solo pudo caminar y disfrutar del mejor día de su vida. Anto y Facu intercambiaron alianzas y votos de amor. Al salir, los invitados lanzaron gerberas de colores como buen augurio para los nuevos esposos.

La fiesta tuvo lugar en Puerto Liebig y ocupó casi todo el complejo. En el Salón Blanco, los invitados fueron recibidos con música ambiental y mesas de antipasto. La terraza fue territorio de The Bantus, cuyas propuestas musicales rompieron el hielo. Los asistentes tenían sus mesas desde el salón La Fábrica hasta La Cueva, una armonía pensada con detalle.

Pasadas las 21.00, Anto y Facu bailaron por primera vez como marido y mujer. Sin vals ni protocolo, se dejaron llevar por la emotiva voz de Abel Pintos, que interpretó Motivos. Con ese baile, la pista quedó oficialmente inaugurada, y tanto los novios como sus invitados disfrutaron de la celebración hasta los primeros rayos del sol.

DETALLES

La organización y coordinación del evento fue confiada a Belén Fernández para Désireé Grillon & Adriana Saccarello Event Planning. La decoración, montada por El Depósito, cumplió el deseo de la novia: palmeras dentro del salón, vajillas en tono verde, suave y elegante. El catering de Talleyrand ofreció sabores inconfundibles con sus cazuelitas y platos servidos. El pastel de bodas llevó el sello de Cristi Ferrario. Julio Zárate, Icónico, Indescriptible y Bajo el Velo inmortalizaron cada momento de la fiesta en imágenes.

CAMINO AL ALTAR

La noche previa al gran día, la novia y sus amigas compartieron una divertida pijamada, como anticipación a la emoción del enlace. A la mañana siguiente, la algarabía se trasladó a la casa de su madre. Allí, el equipo de Áva Club se encargó de preparar a las chicas. El radiante vestido nupcial fue una creación magistral de Lulú Ferrés. Con capas de tejidos traslúcidos que se complementaban con un velo y guantes, la prenda era una declaración de estilo. “Anto nos dejó volar, y en ese viaje quisimos retratarla de una manera tan dramática como moderna. Un drama y misterio que solo ella sabría llevar”, expresó la diseñadora en sus redes.