UN DULCE AMOR

La historia de Johanna Huber Salinas y Sebastián García Garcete es un dulce recordatorio de que el amor puede florecer en los lugares más inesperados. Su conexión inicial fue en 2017, de una manera muy particular para la época: a través de Snapchat. Lo que comenzó como una conversación digital en una aplicación de moda, rápidamente evolucionó en un noviazgo que hoy suma siete años, sellados por un sentimiento que supera cualquier pantalla.

El gran paso hacia el compromiso llegó durante un viaje a España. Fue el 5 de noviembre cuando, en Barcelona, la pareja se aventuró a pasear por la Barceloneta y terminó en la cima del Montjuic. “Al llegar, comenzamos a recorrer juntos y nos encontramos con una fotógrafa que nos dijo: ‘¿Quieren tomarse una foto?’. Posamos y ahí fue cuando Seba se arrodilló. Había sido él ya había coordinado todo con ella. ¡Fue un día hermoso!», recuerda Johanna sobre esa propuesta inolvidable.

El día de la boda, la novia se preparó en El Castillo de Remanso, rodeada de un equipo de profesionales que la dejaron radiante. Su maquillaje fue obra de Ámbar Mascareño, y su peinado, de Gus Robertti, a quienes Johanna describe como «unos genios» que la hicieron sentir «tan cómoda y hermosa». El vestido de sus sueños, una creación de Nicole Burkholder, fue el centro de todas las miradas, mientras que el ramo, un derroche de colores y belleza, lo diseñó Armando Teme.

El momento más emocionante de aquel día fue la emotiva misa. «Para mí fue cuando se abrió la puerta de la capilla San Pío y entré del brazo de mi padre; ver a todos nuestros amigos, familiares y a Seba en el altar fue insuperable», confiesa Johanna al revivir la intensidad de ese instante.

La celebración de su amor continuó con una fiesta vibrante, coordinada por Ceci Achar. El DJ Aya fue el encargado de la musicalización, quien logró que nadie saliera de la pista de baile. La entrada de los recién casados fue al ritmo de A dónde vamos, de Morat. Luego, el primer baile como esposos, cargado de simbolismo, fue al compás de Purple, de Hollow Coves.

DETALLES

La celebración continuó en un ambiente creado por Armando Teme. Johanna solo pidió «¡colores!», y él transformó el espacio de manera perfecta: destacó con especial magia el techo del salón y el toldo, además de las vibrantes composiciones florales. El banquete, elogiado por los invitados, estuvo a cargo de Cocina de Madre. Por su parte, IH Pâtisserie deslumbró con una impresionante mesa de dulces, disponible desde el inicio de la fiesta para deleite de los dulceros, y una espectacular torta pavlova de 80 cm de diámetro que dejó a todos maravillados.