DÉCADA DE AMOR
El amor, una fuerza poderosa que unió de forma profunda y significativa la vida de Jimena Irún Sosa con la de Juan Francisco Sosa Jovellanos Domaniczky.
Se conocieron gracias al hermano de él, quien era compañero de colegio de ella. Fueron novios por más de 10 años y medio, tiempo de crecimiento mutuo, comprensión y complicidad. Muy seguros de que su unión sería para siempre, decidieron recibir la bendición y hacerlo oficial ante Dios.
La cita fue el 1 de junio pasado en la Catedral Metropolitana. Cerca de las 19.30, la novia llegó en un auto vintage descapotable y descendió radiante, ataviada en su perfecto look nupcial. El coro de Chiara Bellucci anunció su entrada con la canción Ave María en el momento en que las puertas del templo se abrieron y Jime avanzó hasta el altar del brazo de su padre, Joaquín Irún.
El acto litúrgico transcurrió en una conmovedora atmósfera, donde Jime y Kiki intercambiaron risas y miradas cómplices, demostrando lo mucho que deseaban que llegara ese simbólico momento. Tras la ceremonia, los nuevos esposos se dirigieron hasta Nino Hotel Boutique para su sesión de fotos con Julio Zárate y su equipo de fotógrafos. Por su parte, los invitados se trasladaron al Talleyrand Costanera, donde fueron recibidos con bocaditos típicos, mesas de antipasto a cargo de la cocina del local y una barra de tragos Mix It.
A las 22.30, los novios hicieron su entrada triunfal al salón al ritmo de la canción Sweet Caroline, de Neil Diamond. Le sucedió un breve vals que culminó con una lluvia de papel picado. El DJ Hallam abrió la pista de baile cerca de la medianoche y en la madrugada el grupo musical Shock ofreció un gran espectáculo. Todo salió perfecto conforme a lo planeado gracias al acompañamiento del staff de Désireé Grillon & Adriana Saccarello Event Planning.
DETALLES
TIME TO BE UNIQUE
La novia se preparó en el Hotel La Pinta, rodeada de sus seres queridos. Tamara Maluff, de La Paix, fue la artífice de su look nupcial. El traje tenía capas de telas sutiles que se combinaban en una sinfonía de texturas y fue el sueño de Celia materializado en su vestido. Llevó además un gran velo que flotaba a su alrededor, lo que le dio un aire de majestuosidad. El ramo fue una creación de Vita Rosa. Del peinado se ocupó Sergio Alonzo, y del makeup, Caro Álvarez.