EL DÍA SOÑADO
Jorge Santiana dio una fiesta en su casa e invitó a algunos compañeros de facultad; entre ellos, a Silvana Arbo. También asistió su primo, Sebastián Mateo. Allí, en un ambiente distendido, cruzaron camino Silvana y Sebastián, entablaron una amistad que luego se transformó en un noviazgo de seis años, que coronaron con una hermosa boda. “La propuesta fue el 2 de enero, cumpleaños de él. Estábamos en mi casa de San Ber; fue totalmente casual e inesperado y con las personas que más queríamos”, relata la novia.
El día de la boda fue el 13 de noviembre. A las 17.30 sonaron brevemente las campanas de la Catedral Metropolitana de Asunción para anunciar la llegada de Silvana Lorena Arbo Espínola. La radiante novia arribó en un Mercedes Benz negro descapotable de los 70, se bajó con cuidado asistida por su hermano, Eduardo Arbo, y luego de algunas fotos ingresó al templo al son de la melodía Ave María. A mitad de camino, ella cambió de acompañante, y fue su papá, Antonio Arbo Sosa, quien la entregó en el altar.
Sebastián Mateo Paredes sintió una felicidad indescriptible al observar a su prometida vestida de novia: “Ver a Silvana caminando hacia el altar, hermosa como estaba, con la catedral llena de gente que amamos, fue suficiente para que en un minuto tenga mil emociones distintas. Fue uno de los momentos de más alegría en mi vida”, confiesa él. Sebastián no pudo terminar sus votos: su voz se quebró y el llanto fue inevitable. Silvana también se sintió emocionada: se estaba casando con el amor de su vida, la persona que la hace reír como nadie, todos los días. La pareja es muy querida, pues cuando fueron declarados maridos y mujer los presentes se fundieron en aplausos, gritos y hasta silbidos. Tras consagrar su amor ante el Altísimo fueron a celebrar a Puerto Liebig