UNO PARA EL OTRO
María Belén Bogarín Ayala y Emilio Augusto Ruiz Díaz Collar se conocieron en el curso probatorio de ingreso para la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción en 2012. Él ya ingresó el año anterior, pero gustoso ayudó a Belén con los exámenes y una tierna relación surgió de ese grupo de estudio. Finalizaron la carrera, consolidaron su relación y tras nueve años de noviazgo dieron el gran paso hacia el altar.
La pareja se comprometió en plena pandemia, 31 de julio de 2020, y aunque en ese entonces todo era muy incierto, ellos estaban seguros de que querían estar juntos para siempre. Con tiempo y mucho amor planearon su gran día y ningún detalle quedó librado al azar. En un viaje a Miami, de pura casualidad Belén pasó por la tienda Leggenda Bridal y se tentó a probar un traje nupcial. Ese resultó ser el indicado: se enamoró de aquel diseño de escote corazón con perlas y cristales Swarovski, y el volumen de la falda de tul. Con la aprobación de su mamá allí presente, escogió el vestido soñado para su gran día.
Belén y Emilio se citaron en la capellanía Virgen de la Asunción el 25 de setiembre pasado, justo en el día de su aniversario número nueve. La novia se preparó en La Misión Hotel Boutique con su mamá, tías y amigas. Completó su look nupcial con un tocado tipo tiara que perteneció a su madre —algo viejo—, unos hermosos aros prestados de su mejor amiga, y en el ramo llevó el lazo azul de los relicarios. Lista partió rumbo a su encuentro más importante en un Chevrolet Bel Air de los 50, y al pie de la iglesia la recibió su padre. Cuando se abrieron las puertas del templo, Belén solo podía ver a Emilio, como si nadie más estuviera presente. Ninguno de los dos contuvo las lágrimas de emoción, el sueño de casarse finalmente se hacía realidad. Tras el sacramento del matrimonio compartieron una gran fiesta en El Castillo de Remanso.