DESTINADOS A SER
Nadua María Jure Máas y Mateo Javier Ugarte Zavala se conocieron desde pequeñísimos en la guardería y fueron compañeros hasta el quinto grado, cuando tomaron rumbos diferentes, pues ella se mudó de colegio. La vida se encargó de reencontrarlos en una fiesta de excompañeros. Ese día sintieron una conexión única, siguieron frecuentándose y fueron novios por cuatro años. Hasta que una noche de diciembre del año pasado, Mateo le dio a su novia un obsequio muy especial de Navidad: una cajita con un anillo y le pidió que se casara con él.
Tras posponer su memorable cita por la pandemia, la soñada boda llegó en setiembre pasado en San Bernardino. La noche anterior, la pareja se alojó en Tava Cerro, en cabañas separadas. Poco pudieron dormir de los nervios ante el gran día. Cuando la novia despertó, vio un cielo azul profundo que le dio mucha paz; compartió con sus papás, primas, tías, algunas amigas y su perrita Pixie, quienes la acompañaron en la previa. Nadua fue maquillada por Augusto Santiviago y peinada por Jorge Benítez. Ya enfundada en su vestido nupcial, con unos aritos prestados, una cinta azul en el ramo y el rosario de su madrina que vino desde Florida, Estados Unidos, partió rumbo al altar en pleno mediodía.
La novia llegó a la parroquia San Lorenzo de Altos en un Mercedes Benz clásico, que su papá compró especialmente para ese día y que ahora forma parte de su colección. Al pie del templo, Nadua trató de contener las lágrimas en vano: las emociones crecieron al ver a sus seres queridos y a su prometido esperándola en el altar. Tras el sacramento del matrimonio, los novios pidieron una foto con todos los presentes en la explanada de la parroquia, para luego trasladarse hasta la fiesta celebrada en el Club Náutico San Bernardino.