PARA TODA LA VIDA

Se conocieron cuando eran apenas unos niños gracias a una amiga en común. Nabila Fustagno Paciello y Sebastián Benítez Bittar eran muy unidos, y con los años esa amistad se convirtió en algo más. Fue en setiembre de 2010 que empezaron un noviazgo y, luego de compartir casi 11 años de experiencias, etapas, crecimiento y mucho amor, tuvieron su final feliz con una inolvidable boda cargada de detalles.

La pedida de mano estuvo marcada por la situación sanitaria, por lo que no pudieron festejar el gran paso con sus amigos, pero sí con sus padres y hermanos. Seba sorprendió a Nabila con el anillo el 3 de julio de 2020 y el conmovedor sí, quiero derivó en muchos meses de planificación para una gran fiesta que finalmente llegó el 28 de agosto pasado y fue el marco ideal para el inicio de una familia.

Todo comenzó cuando la novia llegó a su cita y, acompañada de su padre, Fabio Fustagno, caminó hasta el altar para encontrarse con el hombre de su vida, Seba. Los rostros de los presentes, en especial del novio, denotaban emoción al verla entrar por las puertas de la iglesia La Encarnación, vestida de blanco con un impactante vestido diseñado por Florencia Soerensen.

Con pétalos de rosas blancas, los invitados a la ceremonia celebraron a los nuevos esposos fuera del templo y luego compartieron con ellos la fiesta de bodas en Puerto Liebig, donde festejaron la alegría de un nuevo comienzo.

Durante la recepción, el equipo de Désireé Grillon & Adriana Saccarello Event Planning recibió a los invitados, quienes primero compartieron una previa al aire libre amenizada por el cantante uruguayo Nacho Obes y después pasaron al salón principal para el brindis. El ritmo no se detuvo en toda la velada: Seba y Nabi bailaron la canción que él le dedicó, O tú o ninguna, de Luis Miguel, que abrió paso al tradicional vals. La pista se encendió con los temas musicales del DJ Hallam a puro baile y diversión.

DETALLES

Para la decoración de la fiesta, los novios eligieron las expertas manos de Art Decor, que montaron una ambientación sencilla pero sobria, con un montón de verde, velas, lucecitas, flores blancas y mucha onda. Talleyrand dispuso el menú, y la mesa de dulces la preparó Sonia Ruiz con cariño para Nabi y Seba.