
UN BOSQUE ENCANTADO
Acompañada de sus padres y todos sus seres queridos, Dora Bebel Costas Valentino cumplió su mayor anhelo: una fiesta soñada en el salón La Cueva del complejo Puerto Liebig, la noche del 1 de marzo. Dorita y su familia fueron los primeros en llegar, y al ingresar atravesaron un túnel de follaje verde, iluminado con delicadas luces cálidas. Grandes libélulas decorativas con alas traslúcidas y cuerpos brillantes flotaban entre las ramas, lo que añadió un toque de fantasía. Todo el salón se convirtió en un jardín encantado con enredaderas colgantes, muebles de mimbre y detalles en tonos tierra que contrastaron con almohadones verde esmeralda, en una ambientación sofisticada y acogedora.
A medida que los invitados llegaban, Dorita los recibía con su sonrisa luminosa y efusivos abrazos. Una vez reunidos todos, se dirigieron a la pista central para la sesión de fotos grupales con sus amigos del colegio San Ignacio de Loyola, quienes no quisieron perderse este momento especial. La emoción llenó la pista durante el vals con su padre, un instante de pura ternura.
El momento más emotivo llegó con la proyección del video de vida, un recorrido por sus años de infancia, su familia y sus amistades, que conmovió a todos los presentes. La fiesta alcanzó su punto máximo de diversión con el DJ Pipo Pineda, quien encendió la pista y desató la euforia general. Dora, feliz y despreocupada, bailó sin parar con sus compañeros y disfrutó cada segundo de esa noche inolvidable.