
UN SOLO CORAZÓN
La mañana del 27 de setiembre pasado, Magdalena Gómez Kent despertó con una calma inesperada. Ese día se preparaba para la mejor cita de su vida: la de su boda con su gran amor, Fabrizio Jesús Obelar Camperchioli. Pero solo bastó la llegada de ramos de flores con cartas llenas de cariño para que las lágrimas de emoción hicieran su primera aparición. Sus mejores amigas la ayudaron a alistarse en Tatano Posada Boutique y compartieron con ella sus últimas horas de soltera. Cerca de la hora pactada, reveló el secreto mejor guardado de toda novia: su vestido nupcial. Florencia Soerensen la vistió con un traje de seda natural, ligero y romántico, con encajes de aire antiguo y una capa desmontable.
En la iglesia San Lorenzo de Altos, las flores blancas y los tonos verdes crearon el escenario perfecto. Los invitados esperaban elegantes y expectantes. La llegada de la novia fue el primer momento de verdadera emoción. Maggie arribó al templo en un clásico Cadillac descapotable, acompañada por sus hermanos. A pesar de su serenidad inicial, rompió a llorar justo antes de entrar. Y al ver a Fabri también conmovido, supo que la ceremonia sería inolvidable. Mientras caminaba hacia él, su corazón latía tan fuerte que solo se calmó al sentir el abrazo en el altar.
Luego de recibir la bendición de Dios, los nuevos esposos y sus invitados se trasladaron hasta Es Vedrá. Allí, la celebración superó las expectativas de la pareja con base en dos pilares fundamentales: la diversión y una experiencia gastronómica de alto nivel. El menú fue un viaje de sabores, que incluyó una previa con cafetería y parrilla, un antipasto, un bufé variado, una elaborada mesa de dulces y hasta helados keto con toppings gourmet. La familia de la novia aportó su toque personal: Claudia Kent, de TR-Todo Rico, se ocupó de la cena; de Pederzani fue la mesa de dulces, y los chocolates, de Barroco. Maggie y Fabri hicieron su entrada al salón al ritmo de la canción Enamorándonos, de Cabas, en lugar del tradicional vals, y la noche se hizo fiesta. La DJ argentina Cele Arrabal y, más tarde, DJ Hallam mantuvieron la pista de baile llena hasta el final.