MY EVERYTHING

Florencia Fustagno Paciello y Alan Barrientos Fernández se conocieron gracias a Seba, cuñado de ella, quien los presentó en un after office. Desde ese primer encuentro hubo una gran conexión y con el tiempo construyeron una relación de tres años, con sueños y responsabilidades compartidos, como la crianza de sus hijos.

La propuesta de matrimonio fue un momento tan natural como tierno. La ocasión elegida fue el primer mes de su hija Anna. Él sorprendió a Florencia con un anillo y una prenda para la bebé que llevaba un mensaje muy especial: “Mami, ¿te querés casar con mi papi?”. El gran sí se materializó el sábado 12 de julio en la iglesia San Pío de Surubi’i, rodeados de familiares y amigos que celebraron con ellos este día tan especial. La novia lució un diseño de Andrés Báez, quien creó su primer vestido de novia especialmente para ella. Al llegar al templo, sintió pura emoción y, sorprendentemente, nada de nervios. Mientras caminaba al altar, solo pensaba en lo feliz que se sentía por sellar su unión con Alan ante Dios y la ley.

La fiesta se realizó en el Club Centenario de Surubi’i, donde un hermoso atardecer sirvió de marco perfecto para la celebración. Sin protocolos y en un ambiente distendido, tal como lo soñaron, los novios hicieron su entrada al ritmo de I Wanna Dance with Somebody, de Whitney Houston, y abrieron la pista con My First, My Last, My Everything, de Barry White, para luego culminar con un espectacular show de fuegos artificiales. Para Florencia y Alan, lo más valioso fue compartir cada instante con sus seres queridos, bailar y celebrar una noche que superó todas sus expectativas. “Fue más de lo que alguna vez soñamos”, confesaron.

DETALLES

La impecable organización y coordinación general del evento recayó en manos de Adriana Saccarello, quien cuidó hasta el último detalle. La decoración, a cargo de Flopi Gwynn de Art Decor, estuvo llena de lucecitas que crearon un ambiente romántico, mientras que el menú diseñado por Talleyrand consistió en cazuelitas con cinco opciones diferentes, que los invitados pudieron degustar libremente. Julio Zárate fue el fotógrafo oficial.