AMOR GENUINO

La boda de Ivonne Huber y Santiago de Zavalía fue una celebración llena de amor, emociones y detalles únicos que reflejaron la esencia sencilla, dulce y emotiva de la pareja. La ceremonia laica tuvo lugar en Tatano Posada Boutique, en San Bernardino, un lugar hermoso con una impresionante vista al lago Ypacaraí, y fue presenciada por sus seres queridos más cercanos.

Ivonne y Santiago se conocieron mientras cursaban un máster en la Universidad Católica de Asunción. Desde entonces han pasado seis años y medio juntos como novios, y tienen dos hijos: Alejo y Emma. Ivonne describe su amor con Santiago como algo dulce y suave, que ha ido ganando espacio y consolidándose con el tiempo. Para ella, casarse no era una necesidad, sino una celebración de un amor estable y construido con el paso de los años. «Con Santi quiero pasar el resto de mis días», afirmó con convicción.

Para ese día tan especial, Ivo deseaba un vestido simple, liviano, cómodo pero, a su vez, elegante, y fue su amiga Emma Viedma, para Pierrot, quien hizo realidad ese sueño. Sus aros y el tocado que le dieron el toque perfecto llevaron la firma de otra gran amiga suya: Astrid Poletti.

El maestro de ceremonias guió el encuentro cargado de sentimientos en honor a la pareja; habló de su historia, cómo se conocieron, lo mucho que se aman y el camino juntos. Palabras tan conmovedoras que invitaron a una reflexión profunda. No hubo quien no se enterneciera con los votos de amor de esta pareja.

Ambos disfrutaron enormemente del atardecer, bailaron bajo la luz de las estrellas y sintieron una hermosa unidad con los amigos y familiares de Ivo y los de Santi, que llegaron desde Argentina.

DETALLES

La organización del evento estuvo a cargo de Jessica Miralles. La fiesta fue ecofriendly, los centros de mesa eran plantitas para llevar. No había flores cortadas y el follaje era mínimo, ya que el lugar era muy verde. Desde luego que los dulces de IH, pastelería de la novia, fueron protagonistas. La torta tuvo 10 pisos y los postres fueron de autor. El fotógrafo César Mongelós logró capturar las mejores postales.