UNIVERSO FLORAL

Pilar es una joven muy alegre, su buena vibra y gran energía se contagian a todo aquel que la rodea. Ella descubrió en las flores una devota pasión, y con la ayuda de su mamá, Gabriella Mosciaro, abrió La Pilarica, en Surubi’i, una granja que cautiva tanto por su jardín como por su interior. Para ella, el ritual de preparar la tierra, plantar la semilla, regar todos los días y ver cómo crece hasta florecer es lo que más le gusta de su trabajo y lo que la motiva día a día para estar en constante evolución y crecimiento.

Fotógrafo: José Alderete. Dirección de producción: Betha Achón.

Un poco antes de la pandemia, Pilar volvió a Paraguay después de terminar un masterado en España. Todavía estaba indecisa en cuanto al camino que debía tomar, pero se le quedó la Barcelona primaveral con sus grandes espacios naturales e inmensa variedad de flores. Su amor a las flores ya tenía un precedente, y es que lo aprendió de sus abuelas. “Mi abuela Joaquina siempre amó las plantas, y al entrar a su casa hasta el día de hoy lo primero que hace es mostrarte la orquídea que tiene florecida en ese momento. Y mi abuela P u ppy tenía un hermoso jardín en Uruguay que, estoy segura, son las primeras flores que me llamaron la atención de tal forma que hasta el día de hoy, el agapanto es mi favorita y me recuerda siempre a ella”, confiesa. De chica siempre se imaginó que tendría una florería, pero lo relegó como un plan Z, una posibilidad remota. Sin embargo con la pandemia todo paró y se hizo más lento, entonces lo reconsideró y aprovechó para darle rienda suelta a esa idea que tenía guardadita en el corazón.

¿Cómo nació La Pilarica?

-Nació realmente con la idea de cultivar flores únicas y ofrecer creaciones florales diferentes. Quería mostrar todo el proceso de cultivo, el amor y el tiempo que se le pone al crear este producto. Pero siento que se está volviendo mucho más que eso. Es también un espacio que se puede alquilar para eventos, sesiones de fotos, talleres, etcétera. Un lugar a donde la gente llega, se desconecta del día a día y se conecta con la naturaleza. Si Dios quiere, muy pronto será un café-mercadito. Es también un servicio donde yo doy talleres o muestras en vivo.

¿Cómo fueron los inicios?

 – Una vez le dije a mis papás que me encantaría comenzar un cultivo de flores. Y sin dudar me ayudaron desde el día uno a lograr este plan. Y así comenzamos de a poco, en un terreno que ellos me ofrecieron utilizar para armar este sueño. Todo de forma empírica y muy amateur, comenzamos a crear La Pilarica. Con la ayuda de mi mamá, la arquitecta Gabriella Mosciaro, diseñamos el jardín, las parcelas y los senderos. Fuimos haciendo todo de a poquito. Y un tiempo después, cuando ya teníamos algunos lugares listos, comencé mi primer cultivo en febrero de 2021, con un primo que es ingeniero agrónomo. Él me enseñó lo básico que necesitaba saber para tener éxito en la germinación, y cuando vi el primer brote de semilla, supe que este era mi camino. Me enamoré instantáneamente de la floricultura.

“ME ENCANTARÍA SEGUIR CRECIENDO Y LOGRANDO TODO LO QUE TENGO EN MENTE PARA QUE LA PILARICA LLEGUE A SER MUCHO MÁS QUE SOLO UNA GRANJA DE FLORES”

¿A qué le debe el nombre?

– “Pilarica” es como siempre me dijeron mis papás, abuelos y tíos. Es un apodo de cariño y tiene mucho significado, especialmente para mi abuela Joaquina Callizo, quien eligió mi nombre.

¿Exactamente a qué te dedicas en Pilarica?

– Todo lo que tenga relación con flores. Además de cultivar las mías propias, hago distintas cosas con ejemplares secos, como por ejemplo espejos, sombreros, portarretratos o lo que sea que se pueda florear. Dicto talleres y demostraciones en vivo, realizo arreglos florales y decoración para eventos, boutique especialmente.

¿Por qué elegir La Pilarica? ¿En qué se diferencia tu trabajo?

Me encantaría creer que la gente al elegir La Pilarica busca algo diferente y especial. Creo que demuestro mucho en redes cuánto corazón tiene todo lo que hago y eso es algo que la gente busca y con lo que se conecta. Intento ofrecer algo que uno pueda admirar y sentir el trabajo y empeño que se puso en crear. Cuando son ramos de novia, por ejemplo, me encanta crear bien personalizado todo. Que con el ramo ella sienta que “esta soy yo en flores”. Los sombreros y espejos florales están todos hechos a mano con flores naturales secas, colocadas con amor y mucho esfuerzo con mis propias manos. Un producto 100 % artesanal.

¿Cuáles son las flores más pedidas?

Las zinnias y los girasoles rojos. De las primeras, hay en Paraguay, pero trato de tener unas variedades únicas, con flores que parecen pompones gigantes. Los girasoles rojos la gente los ama y se sorprende mucho al verlos.

¿Qué flores podemos encontrar en tu granja?

 – Girasoles rojos, cosmos, rudbeckia, flor de manto, salvia azul, echinacea, lavanda, zinnias. Siempre intento cultivar cosas diferentes para ofrecer algo que nunca hayan visto. Sí, la mayoría de estas flores son de estación, entonces tienen una duración de tres a cuatro meses, lo que significa que no están disponibles todo el año, sino más bien tienen sus temporadas. Y cuando las tengo, vendo siempre hasta agotar stock.

PROYECCIONES

“Mi meta actualmente es abrir un pequeño café con un mercado para que un número limitado de gente pueda pasar los fines de semana a conocer el lugar, disfrutar de una tarde diferente, estar en contacto con la naturaleza y de paso charlar con un buen cafecito, además de hacer una que otra compra de productos caseros y de La Pilarica”.