RETRATO DE FAMILIA

Julio, Rosi y Ceci Zárate Santander crecieron entre rollos y álbumes, y en sus juegos imitaban los pasos de su papá, Inocencio Zárate Cáceres, fotógrafo con más de 50 años de trayectoria. Así que la fotografía forma parte importante de su vida y sus recuerdos, y los une como familia. Hoy es un trabajo sólido al que le ponen muchísima pasión.

Sobre la calle Brasil, justo al costado de la Casa Argentina, había un pequeño estudio fotográfico. Fue allí en donde Inocencio Zárate Cáceres tuvo su primer contacto con la fotografía, a sus 21 años. Pasó por muchos cargos, aprendió a usar la cámara y se ganó el aprecio del dueño. Con el tiempo se destacó y ya tenía su propia cartera de clientes.

Finalmente el propietario le vendió el estudio, y así fue que se abrió camino en el rubro de la fotografía social y hasta llegó a ser fotógrafo presidencial. Don Inocencio encontró su lugar en el mundo, se posicionó y logró sembrar esa misma pasión en sus hijos. Tal vez uno de los recuerdos más gratos que tienen los hermanos Zárate es el tiempo que pasaban en la “Casa de Fotos”, como la llamaba su papá. Les encantaba acompañarlo y las cámaras rotas eran su juguete predilecto. “Sin dudas esperaba que alguno siguiera mis pasos; desde pequeños les di trabajitos, a medida que fueron creciendo les sumé responsabilidades y fue Julio quien más se involucró”, explica don Inocencio.

La primera vez que Julio acompañó a su papá a un evento social tenía ocho años y ya nunca más abandonaría ese campo de batalla, pues se convertiría en su estilo de vida y lo llevaría a un nivel más artístico, una evolución de la fotografía. Adentrarse en el rubro no le costó trabajó: “Para dedicarte a la fotografía social creo que es indispensable tener (o aprender) una fluida y buena comunicación, hablar mucho con los clientes. Los que me conocen saben que tengo una facilidad natural para comunicarme verbalmente y expresar con claridad las ideas que tengo en la mente. Desde ese lado, no me llevó mucho trabajo. Disfruto siempre hacerle sentir bien a la gente que está cerca de mí. Ahora, por el lado del contenido fotográfico, como amo el camino de la mejora constante, siempre es un arduo trabajo, una inquietud por hacer mejor las cosas todo el tiempo. Evidentemente con la práctica vamos dominando la técnica y todo sale de taquito. Pero soy muy riguroso conmigo mismo en ese sentido».

Sin dudas, Julio fue un paso más allá y se formó arduamente. “Hice dos cursos en Buenos Aires. La primera vez fui por una semana a Molinari y la segunda, a un curso intensivo de un mes en la escuela Motivarte. Además, a nivel local tuve el privilegio de seguir talleres con gente que admiro enormemente, como Javier Medina, Alejandro Wood, Raúl Villalba y Gabriela Zuccolillo. En febrero tomé un workshop en Madrid con el fotógrafo Víctor Lax. Me gustaría seguir estudiando siempre que tenga la oportunidad”, dice. Se posicionó con su propia marca y hoy tiene una amplia cartera de clientes, todos muy recurrentes; está en cada acontecimiento de las familias: bautismos, cumpleaños, quinceaños, bodas y hace poco el debut, con una larga fila en los dos sets montados para su equipo. Si bien él no estuvo presente, su marca es garantía de profesionalismo porque están sus hermanas Rosi y Ceci, y todo un gran staff de fotógrafos.

“Julio tenía este sueño, quería seguir creciendo en familia ya que todos conocíamos el trabajo. Rosi también, siempre estuvo trabajando con mi papá. Mucho tiempo nos insistió para que trabajemos todos juntos, y fue así que en el 2018 nos pusimos en marcha, ya que la situación ameritaba, y formamos una sociedad”, explica Ceci Zárate. La familia trabaja en la empresa que inició don Inocencio, a la cual Julio le hizo dar un paso más allá y las hermanas llevan adelante. “Al principio era en mis ratos libres; mi papá nos enseñó a trabajar y amar lo que hacemos. Estudié Arquitectura casi cuatro años, hasta dejé la facultad para dedicarme 100 % a ayudar a mi padre, él tenía su estudio y Julio el suyo. En 2018, decidimos unirnos todos en la Casa de Fotos. Así nació este proyecto familiar donde todos los días hacemos lo que más amamos”, dice Rosi.

¿La empresa es capaz de estar en funcionamiento sin Julio?

ROSI (R): – Obviamente sí, Ceci y yo manejamos prácticamente solas la Casa de Fotos, Julio siempre se informa de todos los eventos, pero las que coordinamos y estamos detrás somos nosotras.

CECI (C): – Siempre hablamos con él para la coordinación de los eventos, porque eso nos ayuda a no desviarnos de lo que buscamos como empresa y seguir creciendo sin perder su visión, pero ponemos nuestro granito de arena con Rosi. Realmente sentimos que Julio descansa en nosotras, ya que su trabajo es muy demandante.

¿Cuántos colaboradores fotógrafos trabajan activamente con ustedes?

R: – Generalmente nuestro staff principal se compone de 12 fotógrafos, y podemos extendernos a 35 para eventos grandes en simultáneo.

¿Trabajar en familia es difícil o más fácil?

C: – Para mí realmente es más un desafío, es difícil pero tiene su magia.

R: – A mí me encanta porque hay como una conexión entre nosotros, nos entendemos y ayudamos, somos familia y, claro, a veces nos tiramos los platos (risas), pero nos queremos muchísimo, y yo personalmente estoy muy orgullosa de toda mi familia.

Estar en los momentos felices de las personas y documentarlos es increíble, ¿no?

C: – Tiene magia compartir los momentos importantes y percibir los pequeños detalles que de repente la gente se pierde por estar ocupada en otras cosas. Nosotros vemos todo, nos compenetramos con los clientes. Con los más antiguos nos sentimos como si fuésemos parte de la familia, porque estamos en sus momentos importantes.

R: – Es lo máximo, eternizar los momentos felices de las personas es lo más hermoso que podés darle a alguien, y más aún porque siempre es más de lo que ellos esperaban.

 No es casualidad que hoy son uno de los estudios más solicitados en el rubro social, pues trabajaron arduamente para lograr posicionarse. “Lo que nos distingue de otros es nuestra atención superpersonalizada; cada cliente es especial y en cada evento, sea colación, comunión o clausura, se sienten mimados de inicio a fin”, dicen convencidos.